EL CEREBRO FEMENINO

El cerebro de un hombre y de una mujer son diferentes.

Resumen realizado de contenidos procedentes de fuentes diversas por Julian González Santos  (mi padre) el 9/01/2009

La desigualdad, ademas de fisicamente, está en cómo funciona y se procesa la información.

Hasta las ocho semanas de gestación todos los fetos parecen tener un cerebro unisex que muchos científicos consideran femenino.

Al parecer, la naturaleza elige el género femenino por defecto y todos, durante los dos primeros meses de gestación, hemos tenido ese cerebro. En la octava semana, se define el sexo del futuro bebé y con ello cambian los planos de construcción, en caso de ser niño.

Si el bebé es varón, empezará a llegar gran cantidad de testosterona al feto, lo cual matará neuronas que ya tenía en los centros de comunicación y paralelamente hará crecer más neuronas en los centros sexuales y de agresión.

Si el bebé es niña, su cerebro seguirá creciendo como una continuación de las ocho primeras semanas, desarrollando más conexiones en los centros de comunicación y las áreas que procesan la emoción.
Al final, ese hombre y esa mujer resultantes compartirán más del 99% del código genético. Pero ese índice menor del 1% que les diferenciará, aunque parezca pequeño, será determinante.

Físicamente, el cerebro de una mujer es más pequeño que el de un hombre. Eso hizo pensar durante siglos que las mujeres eran inferiores o menos inteligentes. Hoy ya se sabe que, pese al menor tamaño, todos poseen el mismo número de células. Por tanto, en ellas las células están más apretadas. Y además se distribuyen de forma diferente. Desde una observación puramente física, veremos que en los centros del cerebro para el lenguaje y el oído las mujeres tienen un 11% más de neuronas que los hombres, y que también es mayor su hipocampo -el lugar donde se forman la emoción y la memoria-.

Las mujeres procesan de manera diferente la realidad y poseen más interconexión entre ambos hemisferios de sus cerebros. Ellas utilizan los dos hemisferios a la vez para razonar, e incluso las fibras nerviosas que enlazan ambos hemisferios son más gruesas.
Los hombres tienen más lateralidad, utilizan uno de los dos hemisferios, como si cada uno de ellos estuviese más especializado. La distribución neuronal y el empleo de diferentes hormonas dan lugar a una realidad propia en las mujeres, y una manera diferente de valorar la vida. Además tienen más circuitos cerebrales para el lenguaje y la observación de las emociones de los demás. Esto hace que las mujeres sean más habladoras, sepan leer con más facilidad las caras del interlocutor, el tono de voz en cuanto a emociones y estados de ánimo, y recuerden mejor los detalles que tienen que ver con el aspecto sentimental.Paralelamente, las hormonas de las féminas viajan disparadas por su cuerpo, poniendo a prueba sus estados de ánimo como una montaña rusa que muchas intentan controlar mediante los fármacos.

El que una mujer sepa que el ciclo menstrual refresca y recarga ciertas partes del cerebro porque el estrógeno actúa como fertilizante de las células, puede ser aprovechado conscientemente. No en vano es real que durante las dos semanas que el cuerpo produce esta hormona se incrementan en un 25% las conexiones del hipocampo. Y consecuentemente, las mujeres se vuelven más agudas en esas fechas. Los cambios hormonales de una mujer se producen no sólo en el feto, la niñez, la adolescencia o la madurez sexual, sino que son enormes durante el embarazo, la lactancia y la crianza. En la vejez también sufren grandes altibajos antes, durante y después de la menopausia. Si sumamos a este proceso que los niveles de hormonas femeninas sufren grandes cambios una vez al mes como consecuencia de la menstruación, nos encontramos ante un tiovivo que precisa mucho control personal.

En la carrera por la igualdad la mujer ha adquirido en muchas ocasiones un arquetipo viril que no se corresponde con lo que habita dentro de ella. Eso ha provocado una desconexión con su propia naturaleza femenina. Estos últimos descubrimientos sobre su cerebro dan la razón a lo que algunas ya presentían. La mujer tiene ante sí la oportunidad de experimentarse a sí misma de una forma renovada, fuera de los esquemas sociales y culturales vividos hasta ahora. Fuera de la comparación con un modelo que no es el suyo. Investigar conscientemente la diferencia, sin esquemas, con valentía, sin pudor, es sin duda el gran desafío.

Un paso más hacia lo femenino. §